Capítulo 7: Tinder, idioma y deseo

 “El amor y el deseo no entienden de idiomas, pero sí revelan todo lo que no hemos sanado.”

Entre match y malentendidos

Abrí Tinder por aburrimiento. O por curiosidad. O por necesidad de sentir que algo me conectaba a lo humano. En medio de tanta espera, angustia y silencio, necesitaba una chispa. Una notificación. Una validación.

Hice match con varios. Polacos, ucranianos, latinos… pero uno en especial me llamó la atención: Un chico Alto, serio, ojos expresivos. Hablaba polaco e inglés. Yo, apenas con mi español. Pero la química fue inmediata. Las conversaciones torpes con traductor nos hacían reír. Y de pronto, me sentí viva.

Conectar sin idioma, desconectar de mí



Nos vimos. Caminamos. Compartimos comida y sexo. Fue hermoso y abrumador. Él era tierno, presente, libre. No necesitaba de nadie. Y eso me sedujo… pero también me asustó.

Me di cuenta de que gran parte de mi necesidad afectiva no tenía que ver con él, sino conmigo. Con mi niña interior buscando un hogar. Un refugio. Un “quédate”. Y él no venía a salvarme. Venía a vivir. Y yo no sabía cómo encajar ahí.

Romantizar para no mirar

Me vi construyendo una historia de película: El polaco guapo que me rescata del exilio emocional. Y eso no existe. Al menos no como lo soñé. Entendí que mi ansiedad no era por él. Era por mí. Por no saber poner límites. Por esperar que otro llene el hueco que aún no logro abrazar sola.

Cierre del capítulo

Él no fue el problema. Fue el espejo. Fue la alerta. Fue la pregunta: ¿Qué espero de un vínculo? ¿compañía, pasión, ternura, o todo a la vez?

Y entendí que mientras no me lo dé yo, seguiré buscándolo en cuerpos vacíos. El deseo puede ser un camino. Pero no uno, en verdad.


Si este relato te tocó, compártelo. Que otras voces también se levanten.

📣 Sígueme y acompaña esta historia migrante:

👉🏽 @sinvisaconvoz
👉🏽 @abogadadianamigrante

#SinVisaConVoz #HistoriaMigrante #VocesQueResisten #HistoriasQueSanan

 

 

Publicar un comentario

0 Comentarios